Cuando el teatro y la ciudad se encuentran, la experiencia se transforma. Desde Marca Luján creamos una intervención site-specific con cinco microhistorias de ficción que resignifican los valores de nuestra identidad: Historia, Familia, Naturaleza, Espiritualidad y Pertenencia. Con la dirección de LindaLinda y la participación de talentosos dramaturgos y actores, ADN Luján fusiona arte y comunidad en una propuesta innovadora y de gran impacto.
Inspirados en el formato teatral del cruce actor/espectador, la Marca Luján generó una intervención site-specific que consta de cinco microhistorias de ficción que representan los valores que hacen al “ser lujanense”. El objetivo es la comunicación y visibilización de los pilares de la Estrategia Marca Luján de un modo disruptivo, utilizando como escenarios lugares y edificios icónicos de la ciudad.
La experiencia se llevó a cabo en varias jornadas a lo largo de 2023 y 2024, las cuales contaron con la presencia de vecinos que participaron y vivenciaron la misma in-situ, resignificando en conjunto cotidianidades de Luján que no dejan de sorprender.
El proyecto fue desarrollado por el Equipo Marca Luján y dirigido por las reconocidas directoras y productoras LindaLinda (Nati Chami y Romi Sak). Convocando a grandes dramaturgas, actrices y actores de renombre del ámbito teatral, la Marca generó una propuesta de gran prestigio y calidad para comunicar de manera innovadora los atributos de nuestra ciudad.
Las historias orbitan entre los valores Historia, Familia, Naturaleza, Espiritualidad y Pertenencia. Valores que hacen a la comunidad de Luján, a su historia, su gente, su pasado y su futuro.
El valor PERTENENCIA es representado por el relato “SOLO SE QUE NO SE NADA (DE MÍ)”. En la Escuela Normal, una maestra nos conduce por los pasillos de este emblemático edificio para llevarnos a un aula perdida, donde pasará a interpelar al espectador con preguntas que dialogan con conocimientos de cultura general, para luego indagar en cuestiones más personales que hacen a la familia, a los seres queridos, a la profesión, a las frustraciones y a la huella que dejamos.
El valor FAMILIA yace dentro del relato “LUXAN DREAM”. Por la mañana, visitamos una casa en Luján, tradicional o aspiracional. La recorremos y encontramos a una familia tipo durmiendo. Escuchamos en off sus aspiraciones, sus preocupaciones, sus objetivos, su lado más oscuro, lo que sueñan de la ciudad en que viven. Cuando despiertan, el espectador pasa a ser parte de esa gran familia.
El valor ESPIRITUALIDAD es representado en el relato “ENCUENTRO CON LA FE”. Rosenda es una seminarista de unos treinta años y nos confunde con otra persona. Recorremos la nave central de la Basílica Nacional notando la penumbra y relacionándola con los momentos de oscuridad que a veces tenemos en la vida. En distintos espacios, narra tres pequeñas historias de epifanía en relación a tres placas de petición/agradecimiento. Rosenda nos invita a pensar en nuestro propio milagro y en las señales divinas que la llevaron a ser quién es.
El atributo NATURALEZA cobra vida en el relato “OSAMENTA”. El tataranieto de Florentino Ameghino lleva adelante (con escaso éxito) una clínica de paleontología. Llega el único inscripto y, aunque frustrado por la convocatoria, cuenta brevemente el oficio de la paleontología, la historia del megaterio y su descubrimiento. Luego, comenzamos una expedición por el Río Luján que nos llevará a descubrir más que un montón de huesos.
El valor HISTORIA se encuentra en el relato “EL SUCESOR”. Lucio es un hombre que trabajó en el Museo Udaondo toda su vida. Está pronto a jubilarse, y la escena es con quien será su sucesor, a quien irá instruyendo en la tarea que asume, recorriendo el patrimonio, sus secretos y sus mañas. El museo como algo vivo a quien hay que cuidar, con todos sus vericuetos. Lucio posee una contradicción: él cree que nadie va a cuidar al museo como él, por eso le cuesta la idea de ser reemplazado.